“MIS AMIGOS DE MOLLENDO” EL REGRESO DE UN MISIONERO DESPUÉS DE 55 AÑOS

 

Los cuatro amigos del equipo de baloncesto en 1964.

 Yo, Jerry Dunn, arribé a Lima, Perú, en enero del año 1963 para comenzar mi asignación como misionero de la Misión Andina por 30 meses. Fui enviado a la pequeña ciudad de Mollendo, en Arequipa, al sur del país. Allí asistíamos a una rama pequeña y el trabajo fue difícil al principio. Normalmente, nuestras reuniones contaban con la asistencia de cuatro misioneros y unas cuantas madres, con sus hijas adolescentes y niños. A fin de ganarnos el reconocimiento de la comunidad, recibimos permiso del presidente de misión para que una pareja de misioneros pudiéramos jugar básquetbol en uno de los clubes locales. Ganamos un par de torneos, con lo cual obtuvimos un gran reconocimiento y algunos buenos amigos en la comunidad. Para mi último domingo en Mollendo, invité a Raúl, Isauro y Ramón, tres de mis amigos, miembros del equipo de básquetbol, a la Iglesia. Después, los cuatro nos tomamos una foto. Yo había llegado a ser amigo muy cercano de Isauro, que tenía ascendencia africana. Quizás por esa razón nunca se le enseñó el Evangelio. Esto fue 14 años antes que el Sacerdocio fuera restaurado a las personas de color. Años después, el viernes 9 de junio de 1978, al regresar del trabajo, escuché por la radio el anuncio que todos los miembros dignos mayores de doce años eran elegibles para recibir el Sacerdocio, sin importar su ascendencia racial. Eso fue muy emocionante para mí. Escuché y vi por la televisión cada una de las noticias hasta muy tarde esa noche. Desde entonces, Isauro estuvo continuamente en mi mente y visualicé que, de alguna manera, algún día yo podría compartir el Evangelio con él y su familia. En abril de 2017, decidimos con mi esposa Jeanie servir otra misión. Cuando ella leyó el anuncio de servicio misional para parejas de adultos en el departamento de Historia del Área Sudamérica Noroeste sintió una inmensa alegría. En agosto recibimos el llamamiento para servir en esa asignación. Sentí que, en algún momento de esos 18 meses, yo iría a Mollendo para encontrar a Isauro o a sus hijos o nietos. Poco tiempo después de llegar a Lima, se nos asignó viajar a Mollendo para entrevistar a los pioneros de la Iglesia y fotografiar lugares históricos. Yo esperaba encontrar algún miembro de la Iglesia a quien había conocido 55 años antes; además, a mis amigos del equipo de basquetbol, especialmente Isauro. Nuevamente en la ciudad de mis recuerdos, busqué a mis amigos. Sin embargo, dos de ellos, Raúl Espinoza e Isauro Núñez ya habían fallecido. Aprendimos que Isauro nunca se había casado ni tenía hijos. Con el tercero, Ramón Bernedo, quien ya contaba con 88 años de edad, tuvimos un maravilloso encuentro. Le compartí los recuerdos de mi primera misión y el motivo por el cual estaba en Mollendo. Los siguientes dos domingos él nos acompañó a la iglesia. Más tarde, Ramón nos llevó a visitar a la tía de Isauro, con quien había vivido por muchos años y en cuyo hogar él falleció. La visitamos tres veces para hablar de su sobrino. Ella emocionada decía que él fue como su propio hijo. Explicamos sobre el maravilloso Plan de Salvación y recibí con lágrimas su permiso para hacer las ordenanzas del Templo por Isauro. El viernes 11 de mayo de 2018, fui al Templo de Lima, Peru y efectué todas las ordenanzas y bendiciones del Evangelio de Jesucristo por Isauro. Me tomó 55 años hacerlo, pero el Señor no había olvidado a un misionero y a su amigo.

Fuente: MIS AMIGOS DE MOLLENDO

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