Mientras
servía en Stirling, Escocia, David O. McKay tuvo una experiencia que lo
influenció por el resto de su vida. Él y su compañero habían llegado a
ese lugar hacía unas pocas semanas y estaban teniendo muy poco éxito.
Pasaron parte del día caminando por los alrededores del castillo
Stirling y el élder McKay se sentía nostálgico. Más tarde él recordó:
“Al
regresar al pueblo, vi un edificio sin terminar a unos cuantos metros
de la acera. Sobre la puerta principal había un arco de piedra, algo que
es inusual en una residencia, y lo que lo hacía más inusual era la
inscripción grabada en el arco.
“Le
dije a mi compañero: ‘¡Qué raro! Me voy a fijar en lo que dice la
inscripción’. Cuando me acerqué, el mensaje que contenía me llegó, no
sólo desde la piedra, sino como si viniera de Aquel en cuyo servicio
estábamos embarcados: 'Cualquiera sea tu arte, haz bien tu parte'.
“Regresé, y cuando me acerqué a mi compañero le repetí la máxima (generealmente atribuida a Shakespeare).
“Ese
fue un mensaje para mí esa mañana, el de hacer bien mi tarea como
misionero de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
Es otra manera de decir… ‘No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará
en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que
está en los cielos’ (Mateo 7:21)” (Cherished Experiences from the Writings of David O. McKay, comp. Clare Middlemiss, 1955, págs. 174–175). En ese momento decidió que haría bien su parte como misionero dedicado.
En
1955, siendo Presidente de la Iglesia, volvió a visitar el lugar y
compartió esa historia con los presentes. Más tarde la Iglesia adquirió
esa piedra (tallada por John Allan) y ahora se encuentra en la exhibición David O. McKay en el
Museo de Historia y Arte cerca de la Manzana del templo.
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