La Historia del Himno "Divina Luz"

Cuando era un joven sacerdote que viajaba por Italia en 1833, el inglés John Henry Newman afrontó obscuridad emocional y física cuando una enfermedad lo detuvo ahí durante varias semanas. Se sintió sumamente desalentado, y una enfermera que lo vio llorando le preguntó qué le sucedía. Lo único que pudo responder era que estaba seguro que Dios tenía una obra para él en Inglaterra. Ansioso por regresar a casa, por fin pudo encontrar pasaje en una pequeña embarcación.
Poco después de que la embarcación hubo zarpado, descendió una densa niebla que obscureció los peligrosos acantilados que los rodeaban. Al estar atrapados durante una semana en las húmedas y grises tinieblas, sin que la embarcación pudiese moverse ni para adelante ni para atrás, Newman suplicó la ayuda del Salvador al escribir la letra de un conocido himno: "Divina Luz".
Divina Luz, con esplendor benigno…
Oscuras son la noche y la senda;
Muy lejos de tu pabellón estoy,
y al hogar de las alturas voy.
Este himno expresa una enseñanza que en nuestro corazón sabemos que es verdadera: aunque los pesares apaguen otras fuentes de luz, Cristo iluminará nuestro sendero "con firme pie", y nos mostrará el camino a casa. Porque como el Salvador ha prometido: "…el que me sigue, no andará en tinieblas" (Juan 8:12).
- Virginia U. Jensen, Divina Luz, Conferencia General, octubre 2000
Lee el discurso completo: Divina Luz

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